
Reflexiones a la luz de un nuevo aniversario
El día de la Reforma Protestante es una fecha que en toda las Iglesias herederas de ese movimiento se celebra con énfasis en lo positivo del acontecimiento. Tuvo sin lugar a dudas, la Reforma, una contribución elogiosa en la historia de la humanidad, teniendo lugar dentro de un período de transición entre la Edad Media y el mundo moderno, que abría la visión a nuevas realidades en el campo de las artes y las ciencias, que se denominó El Renacimiento.
La Reforma iniciada en Alemania en el siglo XVI por Martín Lutero, originó un cisma que dio a luz al protestantismo. En los tiempos de la Iglesia que conoció Lutero se vendían las indulgencias, que eran poderes que tenían determinados representantes del clero para, bajo ciertas condiciones, quitar los castigos temporales que debían pasar los fieles como consecuencias del pecado en el purgatorio (lugar donde en el Catolicismo Romano van las almas a pagar por su pecado), pero también durante su vida terrenal. En el 1506, comenzó la construcción de una gran basílica en Roma, se ha dicho, ese era el destino de lo recaudado por la venta de aquella indulgencia que “sacaba el alma del purgatorio” o libraba de “purgar” en esta vida los errores mundanos. La Indulgencia, en la doctrina católica, no quita el pecado pero libra del consecuente castigo.
Estas cosas, y el cúmulo de otras tantas, produjeron mucho malestar dentro de la misma Iglesia, y comenzó un movimiento que fue creciendo, los ataques pasaron de ser contra la doctrina de la salvación por las obras, a desafiar abiertamente la autoridad papal. Roma reaccionó a esto, condenando como herejes a los muchos seguidores que ya tenía Martin Lutero en Alemania y otras partes de Europa.
Debemos mirar la celebrativa fecha siempre con cautela, sabiendo que conmemoramos una división tal vez de una Iglesia corrupta, feudal, legalista, pero al fin y al cabo, una ruptura es siempre dolorosa. De igual forma, hay que superar el pensamiento de que el hecho de ser “protestantes” nos hace mejores personas solo por el hecho del nombre. Una de las cosas que tendemos a “glorificar” lo evangélicos es la fragmentación, cada día hay nuevas Iglesias, nuevas sectas, pseudo apóstoles, “profetas” y “profetizas” que soberbiamente reclaman poseer unciones “especiales”, es lo de nunca acabar. Sinceramente, no creo que este rosario de divisiones haya sido la voluntad de Dios, empero, Dios es misericordioso. Si la Iglesia católica romana debe, como posiblemente lo ha hecho, pedir perdón por la venta de indulgencias, la inquisición, la corrupción del papado, etc. Por qué no debemos los protestantes (o los no catolicos) pedir perdón por tantas divisiones?
El 31 de Octubre de 2015, se arribó a un año más de la Reforma, una fecha donde recordamos siempre, a Lutero y Calvino entre otros, no sé si con el debido énfasis o la necesaria autocritica reconociendo los grandes pecados del protestantismo. A Lutero le interpretamos siendo el iniciador de algo transformador que se extendió a parte importante de Europa, a Calvino por ser el padre de la teología Reformada, la cual abrazaron los reformadores presbiterianos escoceses. Cada movimiento de este tipo, mayoritariamente, tuvo un objetivo común, la enemistad con la Iglesia de Roma, hasta hoy llega profundo ese sentimiento. Nosotros hemos usado la parábola del Publicano y el Fariseo por mucho tiempo, dando a entender, unas veces concientemente otras quizas no, que los católicos son como el Fariseo, legalista, hipócrita, que se cree salvado por sus buenas obras, y que nosotros somos como el sincero Publicano que regresa a su casa perdonado. La verdad va más allá de este tipo de pensamiento. En adición a esto, no se puede perder de vista el hecho de que el que algunas Iglesias protestantes celebren hoy la Reforma, puede ser paradójico, debido a lo diluidas, o re-interpretadas, que están hoy muchas de aquellas radicales verdades enarboladas por los reformadores del siglo XVI.
Piense por ejemplo en la afirmacion “Sola scriptura”. Solo la escritura, solo la Biblia, no una enciclica papal, un tratado teologico, un documento exegetico, etc. No, Lutero decia la autoridad ultima es la Palabra. Hoy eso seria criticado por muchos como pensamiento radical o una aproximacion conservadora, pero esas fueron las acciones que tuvieron lugar en Alemania y que hoy recordamos como un canto épico.
Al igual que “la Sola Escritura”, radical puede sonar hoy “la sola Fe”, porque no es cualquier fe, ni una fe en un Dios cualquiera, sino en el Dios trino, Padre, Hijo y Espíritu Santo, no es un “dios” en abstracto, como reclamaría un predicador de la “Nueva Era”. Guardar estas cosas, seria para nosotros la mejor forma de celebrar la Reforma, no hace falta desfiles con la Biblia, ni altavoces, ni lucir el rostro de Lutero en una camiseta.
Salvos por la fe y por las obras, o solo por la fe? Esta es una materia que continua pendendiente en la conciencia de parte importante de la cristiandad. ¿Qué nos salva? ¿Es necesario hacer algo, obtener un papel que nos garantice que estamos en lado correcto de la historia?
Aquello que nos separó hace 498 años, es todavía el tema más relevante de toda la teología cristiana, la salvación. ¿Qué nos salva? El centro del debate y el tema de cada nuevo “aniversario de la Reforma”, tienen que ver con la gran reconquista teológica: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe”. Efesios 2:8-9.
Quisiera hermanos/as, que esta mañana, hablaramos un poco de esto, de lo que realmente creemos en nuestra congregacion, y sobre qué lejos o cerca estamos de la verdad bíblica, a 500 años de que el Monge Agustino, y profesor de teologia, clavara en la puerta de la universidad de Wittenberg Alemania, sus tesis cuestionando a la eficacia de las indulgencias.
Somos salvos por la fe, no hay dudas de eso, “la fe sola”. Romanos 3:28 “Concluimos, pues, que el hombre es justificado por fe sin las obras de la ley”. Pablo entendía perfectamente, que era imposible para el ser humano cumplir todas las exigencias de la ley, nadie puede pretender el favor y la aceptación de Dios sobre la base de las obras realizadas en la obediencia a la ley. Así el creyente puede descansar en la Gracia” (Romanos 4:16)